Una asana es una postura estática, “una figura geométrica de las partes del cuerpo del ser humano con un punto de apoyo fijo” (Maitreyanandaa, 2019a, p. 7). Las posturas comprometen no sólo al cuerpo físico, sino también al mental y espiritual. Buscan desbloquear las corazas musculares, con la finalidad de permitir una mejor circulación de la energía vital del ser humano, dotándolo de flexibilidad, elongación, fuerza y equilibrio. “Esa energía que se disipa o se pierde, cambia las emociones, rompe el sostén físico de la emoción, porque elimina la tensión muscular, o bien porque elimina la energía de la cual se alimentaba esa emoción.” (Maitreyanandaa,s/f-b, pp. 12-13). Dice el maestreo que:
“El músculo es la parte física de la emoción, mientras que la
energía que atesoraba es puramente espiritual. Nuestra espiritualidad, o sea,
nuestros sentimientos, se ve afectada por la calidad y selección de nuestras
emociones. En la emoción se conectan el espíritu y el cuerpo, esto debe ir
acompañado de una concentración mental que me permita integrar mi cuerpo a mi
espíritu, por eso la postura física de Yoga se dirige siempre a lo espiritual y
no a lo mecánico o muscular como en gimnasia” (Maitreyanandaa, s/f-b, p. 13).
Las posturas tienen a su vez un beneficio orgánico, buscando
masajearlos por medio de compresiones de determinadas partes, por medio del
cambio posicional de esos órganos, y a nivel de la columna vertebral se busca
dotarla de más flexibilidad para que los conectores nerviosos lleguen con mejor
energía a esos órganos. Se trabaja también desde el cambio circulatorio en las
posturas, buscando favorecer el retorno venoso de la sangre en las posturas
invertidas. En síntesis, cada postura tiene un beneficio orgánico, muscular,
circulatorio y energético.
Fernando Estévez Griego (Dharmachari Maitreyananda) (2019a). Yoga-diccionario de posturas. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Escuela Internacional de Yoga.
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